La Red Catalana para la Conservación de la Naturaleza (XCN) trabaja en el fomento de iniciativas para la conservación de la naturaleza en la sociedad civil, abarcando diferentes ámbitos en los que se incluye a las tierras de cultivo. Fomentar una perspectiva agroecológica en los traspasos agrícolas es una estrategia complementaria que contribuye a la conservación de la naturaleza y la regeneración rural. XCN ayuda a varias organizaciones locales en esa línea de trabajo. Esta medida se está enfocando en el “Vall del Corb” (VdC), una zona rural que se enfrenta a diversas problemáticas como el declive demográfico, el abandono o la intensificación de las practicas agrícolas, la falta de nuevos participantes y la escasa diversificación agraria. El proyecto “Territori de Vincles” tiene como objetivo a largo plazo revertir restas tendencias y revitalizar VdC con la ayuda de los agricultores locales.

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La Red catalana para la Conservación de la Naturaleza (XCN) es una organización que reúne XX entidades medioambientales y autoridades locales para fomentar iniciativas de conservación de la naturaleza entre la sociedad civil, dirigiendo iniciativas relacionadas con la transferencia de conocimientos, la financiación, el asesoramiento y la elaboración de políticas. Uno de los miembros de XCN, la asociación ecologista IAEDEN, trabaja en la conservación de los prados de heno, que tienen un gran valor ecológico y cultural. Estos hábitats tradicionalmente han sido mantenidos por ganaderos, pero ahora mismo están en un grave riesgo de desaparecer debido al abandono y la intensificación. IAEDEN colabora con los propietarios de las tierras para garantizar la conservación y/o restauración de los prados de heno y desarrolla actividades de investigación y educación.

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Con los precios de hoy en día, la compra de tierras apenas puede amortizarse con los ingresos generados por la producción de alimentos. La media del precio de la tierra en Alemania ha aumentado un 250% desde 2009, hasta superar los 26.000 euros por hectárea. La Cooperativa Kulturland (Kulturland eG) es una comunidad de agricultores y ciudadanos que trabajan para liberar la tierra agrícola de la especulación. Colabora en la compra de tierras para explotaciones agrícolas de funcionamiento ecológico que también se integran conscientemente en su región y se abren socialmente. Para ello, Kulturland eG ha desarrollado una nueva forma de propiedad colectiva de la tierra agrícola destinada a una administración generacional, una especie de “bienes comunes” modernos. Más de 1.000 personas han comprado acciones de Kulturland eG, lo que ha permitido asegurar 350 hectáreas de tierra para 23 cultivos.

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De Landgenoten (DLg), que en neerlandés significa “compatriotas”, es una fundación y cooperativa cuyo objetivo es facilitar el acceso a la tierra agrícola a los agricultores profesionales agroecológicos de Flandes mediante la compra colectiva de tierras. El acceso a la tierra es, en efecto, uno de los principales umbrales para que los agricultores inicien, aseguren, amplíen o transfieran una explotación. En Flandes, los precios han aumentado un 28,7% entre 2015 y 2019, con un precio por hectárea de 63.000 euros de media. La adquisición de tierras se hace más difícil para los jóvenes agricultores porque se necesitan cantidades cada vez mayores de capital y muchos propietarios son reacios a conceder nuevos arrendamientos.

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La asociación  Terre de Liens (TDL) Auvergne trabaja para preservar y proporcionar acceso a las tierras agrícolas a una nueva generación de agricultores. Al operar en los alrededores de la metrópoli de ClermontFerrand, un entorno periurbano muy presionado, TDL Auvergne tiene dificultades para encontrar terrenos que se adapten a la demanda de los aspirantes a agricultores de parcelas pequeñas, regables y accesibles. Dado que la mayoría de los cultivos de la zona son monocultivos a gran escala, la asociación imaginó como solución alternativa adquirir una gran explotación, reestructurarla y rehabilitarla para permitir el establecimiento de varios pequeños agricultores. En 2017, se materializó una oportunidad inesperada, ya que una familia de cinco herederos se dirigió a TDL Auvergne para transferir una gran parcela de tierra (unas 80 ha situadas en la llanura periurbana de “Sarliève”). Una parte del terreno se donaría y la otra se vendería a TDL.

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Las organizaciones de acceso a la tierra que adquieren (o aceptan donaciones de) cultivos se enfrentan al reto de cómo ser “buenos propietarios” con sus arrendatarios. Mientras que la buena administración de la tierra puede ser relativamente fácil, mediante un contrato a largo plazo con buenos requisitos sobre el uso de la tierra, la buena administración de los edificios requiere una implicación mucho más continua. Incluso en un contrato de arrendamiento muy liberal, el propietario sigue siendo responsable de cuestiones muy detalladas con respecto al mantenimiento y los cambios en la construcción. Muchas organizaciones de acceso a la tierra han hecho la experiencia de que el mantenimiento de los edificios requiere mucho tiempo, que en algunos casos sólo puede financiarse con pagos de arrendamiento más altos, mientras que los agricultores a menudo quedan insatisfechos con el resultado, deseando tener más libertad para mantener y rediseñar sus construcciones agrícolas.

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Shared Assets trabaja para crear un futuro socialmente justo a través de proyectos prácticos que construyen nuevas relaciones entre las personas y la tierra. Consideramos que los terrenos agrícolas municipales son un bien público valioso pero están en peligro. Un estudio anterior, en el que participamos, reveló que más de 84.000 hectáreas de tierras agrícolas municipales en el Reino Unido se han vendidos en los últimos 40 años, y las, aproximadamente, 80.000 hectáreas que quedan están amenazadas por los efectos de la privatización y los recortes del presupuesto público. Si se conservan, este activo y otras tierras de cultivo municipales podrían contribuir a satisfacer la oleada de interés por la agricultura agroecológica a pequeña escala en Inglaterra, además de ayudar a resolver una serie de problemas socioeconómicos y medioambientales.

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El 98% de los cultivos en Rumanía utilizan menos de 10 hectáreas de tierra, por lo que puede decirse que Rumanía es un verdadero país de agricultura tradicional. Uno de los activos más valiosos e importantes que tienen los pequeños agricultores rumanos son los pastos comunes. Los pastos comunes permiten a los campesinos criar animales como ovejas, vacas y cabras sin tener que comprar tierras adicionales. Estos pastos pueden ser propiedad de organismos públicos, organizaciones privadas o particulares, pero se caracterizan por sus múltiples derechos de pastoreo. Aunque no se dispone de cifras exactas sobre la distribución de los pastos comunes, una aproximación sugiere que más de la mitad de los 3,4 millones de hectáreas de pastos permanentes de Rumanía pueden considerarse como bienes comunes.

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Terre de Liens (TDL) es una organización sin ánimo de lucro que lucha por la preservación de los terrenos agrarios y apoya a las nuevas generaciones de agricultores. Posee más de 250 campos de cultivos, con más de 6.000 hectáreas, en toda Francia. TDL fomenta una perspectiva ecológica en el asentamiento de nuevos participantes en la agricultura, y alquilan los terrenos mediante un tipo especial de contratos de arrendamiento agrícola a largo plazo denominados “Arrendamientos Rurales Medioambientales” (BRE, en francés), con cláusulas que promueven prácticas agrícolas respetuosas con el medio ambiente. Lo más frecuente es que el TDL incluya en los BREs prácticas orgánicas y el mantenimiento de las infraestructuras agroecológicas existentes (setos, estanques…). Se pueden incluir otras cláusulas en concertación con los agricultores y en cumplimiento de la ley (de las 16 posibles cláusulas predefinidas por la ley).

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En Rumanía, el traspaso de la propiedad de la tierra presenta varias dificultades: la gran división de las tierras (el tamaño medio de las parcelas es de 0,45 hectáreas); la falta de registro de las tierras en el sistema catastral oficial (sólo alrededor del 59% de la tierra fue registrada en 2021); y la creciente concentración y acaparamiento del terreno agrícola. Según el Instituto Nacional de Estadística de Rumanía, entre 2002 y 2010 desaparecieron 150.000 pequeñas explotaciones agrícolas, mientras que las de gran tamaño aumentaron un 3%. Un total de 12.000 cultivos de más de 100 hectáreas (que representan el 0,3% de las explotaciones agrícolas rumanas) controlan el 34% de la superficie agrícola del país. Además, la población agrícola envejece rápidamente: el 66,4% de los campesinos tiene más de 55 años y sólo el 7,3% tiene menos de 35; y las bajas pensiones de jubilación (280 euros de media en 2020) contribuyen a que los agricultores de avanzada edad vendan sus tierras al mejor postor en lugar de traspasárselas a un familiar, reforzando aún más la tendencia al acaparamiento de los terrenos y a la falta de renovación generacional.

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